En 1983, en pleno desarrollo del Macintosh, Steve Jobs visitó una de sus fábricas ubicada en San José (California) la cual se encargaba de fabricar su famosa disquetera Twiggy. En esa visita, descubrió que más de la mitad de las unidades de disco fabricadas eran desechadas por errores durante su fabricación (la cual era prácticamente manual). Después de amenazar a todos los empleados con despedirlos, decidió que esto no podía seguir así y se fue a Japón a visitar la cuna de las fábricas automatizadas. Pero claro, ya conocemos a Steve Jobs ...
A partir de ese viaje Jobs tomó la primera decisión: sustituir Twiggy por otra de 3"1/2, desarrollada por Sony y suministrada por una empresa que ya había trabajado anteriormente con ellos, Alps Electronics. Precisamente esta fue una de las fábricas que Jobs visitó en su viaje a Japón. Quedó tan impresionado que pronto tomaría la segunda decisión: fabricar su Macintosh en unas instalaciones totalmente automatizadas como las que había visto en Japón.
En enero de 1984 Apple abriría su primera fábrica con un proceso prácticamente al 100% automático en Fremont, California (menos de un año después del viaje de Jobs a Japón). Tan solo eran necesarios 26 minutos para fabricar un Macintosh desde cero, algo que ningún fabricante de la época había podido conseguir (incluso por delante de los japoneses). Los avances eran realmente espectaculares como por ejemplo cinco máquinas de Polaroid (con un precio de 30.000$ de la época, cada una) las cuales eran capaces de rastrear la cinta de fabricación y detectar los componentes que tenían que ser transferidos a otras cintas o simplemente descartarlos.
Pero claro, todos conocemos a Jobs y su obsesión por la perfección, pero sobre todo por su carácter a la hora de exigir que todos hicieran cualquier cosa que él tuviera en mente, por muy extravagante que esta fuera. Y las fábricas no se librarían de su particular forma de pensar. Por ejemplo, Jobs ordenó que las máquinas de la fábrica tuvieran los mismos colores que el logotipo de Apple de la época (6 colores). El actual director de la fábrica, Matt Carter, después de perder tiempo y dinero intentándolo, volvió al color gris cuando detectó que algunas máquinas comenzaron a funcionar de forma incorrecta después de pintarlas.
Figura 1.Detalle de la fábrica de Fremont. Fuente. |
Pero claro, todos conocemos a Jobs y su obsesión por la perfección, pero sobre todo por su carácter a la hora de exigir que todos hicieran cualquier cosa que él tuviera en mente, por muy extravagante que esta fuera. Y las fábricas no se librarían de su particular forma de pensar. Por ejemplo, Jobs ordenó que las máquinas de la fábrica tuvieran los mismos colores que el logotipo de Apple de la época (6 colores). El actual director de la fábrica, Matt Carter, después de perder tiempo y dinero intentándolo, volvió al color gris cuando detectó que algunas máquinas comenzaron a funcionar de forma incorrecta después de pintarlas.
En una de las visitas de Jobs a esa fábrica se dio cuenta que las máquinas no tenían los colores que había solicitado y volvió a requerir que se pintaran tal y como él había propuesto. Carter le contó el incidente con la máquina de precisión que dejó de funcionar correctamente al pintarla de azul brillante pero Steve Jobs simplemente le ordenó que lo hiciera. Carter no aguantó más y finalmente abandonó el puesto, siendo reemplazado por Debi Coleman. Jobs cambió entonces de parecer pero dijo a su director de arte y diseño, Clement Mok, que toda la fabrica fuera pintada de blanco. Cuando Clement se lo contó a Debi, esta le dijo "No puedes pintar una fábrica de blanco puro, habrá polvo y cosas por todas partes". Clement simplemente le respondió: "El color blanco nunca es demasiado blanco para Steve". El siguiente video muestra el proceso de fabricación de un Macintosh:
Debi Coleman aún tendría otras discusiones con Jobs como por ejemplo relacionadas con la limpieza. Jobs quería que pudieras comer literalmente dentro de la fábrica e incluso amenazaba con llevar un guante para comprobar si había polvo. Finalmente, debido al alto coste de las máquinas de fabricación sumado a las exigencias de Jobs, hicieron que las fábricas a gran escala de Apple no duraran mucho en territorio Norteamericano, como ya sabemos. Es curioso que frente a una de las fábricas más avanzadas del mundo, al final, Jobs ordenó que los empleados pulieran a mano el logo de Apple en cada uno de los ordenadores. Así de especial era Steve Jobs.
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